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lunes, 12 de noviembre de 2007

El fin del cine como ocio social

El otro día fui al cine a ver "Tierra" a los cines Lys (centro de Valencia). Tuve una desagradable experiencia cinematográfica debido al horario (únicamente de tarde). El problema fue que los padres aprovecharon la película para llevar a sus niños al zoo, evitando los malos olores que desprenden los animales por muy monos que sean.

Me parece genial que los padres distraigan a sus nenes con el cine, pero es su obligación y responsabilidad educarlos y evitar que sus graciosas bolitas de carne molesten a los que pagamos casi 6€ por ver una película/documental. Realmente muchas escenas estaban creadas casi a propósito para levantar algún pequeño comentario y/o suspiro. Pero había un padre que, lejos de callar a su locuaz niña, ¡le daba conversación! Sencillamente increíble lo maleducada que puede ser la gente.

Los distribuidores se quejan de que la piratería -en este caso de estrenos cinematográficos- está destruyendo el negocio. Por ello, la industria, en vez de preguntarse cómo facilitar el disfrute del séptimo arte, decide atacar a los usuarios que compran/descargan cine del top-manta/Internet. Con el ataque están cometiendo dos errores, uno de ellos una falta de visión/previsión terrible.

Primero: atacan el objetivo equivocado. No se debe atacar a quien compra una película de estreno que se ve como el culo y se oye como una lata. Deben atacar a esos que se dejan el móvil encendido con sonido, mandar callar a los niñatos, despertar al que ronca (hecho verídico), etc.

Segundo: el cine, como actividad de disfrute social tal y como está planteada hoy en día, está destinada a transformarse. Aquí nada se destruye, sólo se transforma, espero que eso tranquilice a los alarmados cineastas. Pagar 6€ por ver una película que encima luego resulte ser un producto infumable (no hablo de "Tierra") es frustrante y desalentador, no te anima a volver al cine en tiempo hasta asegurarte de que la película será buena. El resultado es un descenso de espectadores en películas no-altamente promocionadas, que no "de calidad".

La metamorfosis de la actividad "ir al cine", tiende a dirigirse a "ver una película" en tu casa. El abaratamiento de los home cinema (un gran televisor de alta definición con altavoces de sonido envolvente), sumado a la posibilidad de comprar una película en DVD a los pocos meses de su estreno hace que merezca ser replanteada la forma de ver cine. Por 3 entradas (18€) tienes un estreno en DVD con extras y demás pijerías. Y por no más de 10€ a veces puedes encontrar estrenos sin extras.

Ejemplo práctico: vas al cine con tu novia (12€); por poco más puedes ver el DVD las veces que quieras. Si encima la ves con más amigos, más amortizada está la inversión. Destacar que tampoco perderás calidad de vídeo o audio (el sonido se volvió mono cuando vi "El buen alemán" de mi querido Clooney. Me faltó nada para pedir la hoja de reclamaciones.)

Las distribuidoras deben plantearse el paso del cinema, al home cinema. Bien eso, o bien instalar un campechano Borbón en cada sala que inste a los maleducados a guardar silencio.

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