El product placement es una técnica publicitaria audiovisual por la cual una compañía paga para que un producto suyo se vea durante el desarrollo de una producción audiovisual.
Todos recordamos a Chechu, de Médico de Familia, sacando cada vez de la caja su PlayStation, a la Juani dejando bien visible el dichoso brick de leche, etc.
Sin embargo, en ocasiones la belleza de un producto -a la cual se le suele asociar calidad- se ve recompensada apareciendo en una película, normalmente del lado de los "buenos de la peli".
Un ejemplo muy claro de este tipo es el caso Apple. Cuando se ven equipos informáticos en una secuencia, existen muchas posibilidades de que sean creaciones de la marca de la manzana. Gracias sobre todo a la genialidad de Joanathan Ive que, con su llegada a la compañía a principios de los '90, es el responsable de dotar a Apple ese halo mágico de diseño de todo lo que lanza al mercado.
Muchas veces se nota que los de Cupertino han sacado la billetera, pero otras he tenido mis dudas acerca de si se trataba de auténtico product placement o si sencillamente estaban ahí por su gran poder estético-icónico.
Mis dudas se refuerzan cuando reconozco otros productos industriales menos conocidos a nivel de consumidor de a pie. Una cosa es reconocer un ordenador (con su pantalla, teclado, ratón) y otra adivinar qué es "el trípode ese" (el exprimidor de Philippe Starck).
El otro día vi el caso más divertido y coherente -temporalmente hablando- de product placement con el capítulo pre-navideño de House (temporada 4ª). En su hospital se ven Cinema Displays por un tubo, iMacs, etc. Pero lo gracioso fue cuando House se "autorregala" un iPhone y hace un chiste referente al alto valor -en aquel momento- de las acciones de Apple, cuando estas rozaban unos 200$ (el pico más alto en meses).
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